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Don Andrés Rodríguez Rodríguez se propuso describir su comunidad, y apalabró de inmediato una frase repleta de afectos.
“Perfecta, mi comunidad es perfecta”, dijo el puertorriqueño de 85 años, quien vive 3,000 pies sobre el nivel del mar en Bauta Abajo, Puerto Rico, uno de los barrios de la isla desde donde tocar las nubes parece una posibilidad.
Pero, desde que el huracán María devastó a Puerto Rico, las condiciones de esta comunidad se encuentran muy lejos de la perfección.
Bauta Abajo no recibe servicios de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA). Sus residentes dependen de pozos hincados operados con electricidad, pero no tienen servicios de energía eléctrica desde hace más de siete meses, cuando el huracán Irma perjudicó a Puerto Rico.
El pasado 20 de septiembre, el país apenas se recuperaba del Huracán Irma cuando, sin más, los vientos destructores categoría cuatro del huracán María comenzaron desarmar el país.
Rodríguez lo vivió. Las experiencias de este exagricultor de café, yautía, plátanos, guineos y flores desde se entretejen con las de su comunidad.
En 1968, Rodríguez -junto a 12 vecinos- construyó el sistema de tuberías que transportó por primera vez el agua desde caudales de ríos hasta carreteras y hogares en Bauta Abajo. Aquel tiempo, rememoró el puertorriqueño de mirada anecdótica, los habitantes del barrio trabajaron unidos en pos del desarrollo de su comunidad. Ese ímpetu se ha repetido tres veces más. En 1996, por ejemplo, fueron los residentes quienes construyeron los pozos hincados que hoy utilizan. Y, hace poco, cuando el Huracán María los dejó aislados y sin recursos, salieron a las calles, talaron troncos, limpiaron la vegetación destruida, y recogieron montañas de escombros.
La muestra más reciente del espíritu colaborativo de esta comunidad, empero, sucedió el pasado febrero, cuando escucharon acerca de la existencia de un grupo llamado Por Los Nuestros.
“Por Los Nuestros”
Mientras Puerto Rico comenzaba a recuperarse de los estragos post María, un grupo de individuos se preocupó por sufragar necesidades en su país. Así nació Por Los Nuestros, un colectivo dedicado a la solución de problemas ciudadanos.
El grupo liderado por Josué ‘Jay’ Fonseca, Manuel “Manolo” Cidre Miranda, Dr. Francisco Arraiza Antonmattei, Anabelle Torres Colberg y Nick Pastrana Villafañe identificó Bauta Abajo como una comunidad sin acceso a agua potable.
Tras recibir una beca otorgada por la organización Direct Relief, gestionaron la instalación de dos estaciones de energía renovable en Bauta Abajo, para que la comunidad pueda operar su sistema de agua sin depender de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico.
“Estamos instalando un sistema solar con batería de reserva. Por lo tanto, por la noche [los residentes] pueden activar el sistema para proveerle agua a la comunidad. Aunque no haya sol van a poder tener electricidad”, explicó Edward Previdi, contratista e ingeniero eléctrico a cargo de las instalaciones.
Las estaciones de energía solar energizan las dos bombas de agua de la comunidad. En la primera estación, se instalaron paneles solares junto a baterías y otras tecnologías; en la segunda, se añadieron baterías a paneles existentes para erradicar su dependencia al sol.
La iniciativa comenzó a concretizarse en febrero, y se espera que desde el 20 de abril funcione en su totalidad. Las manos y la voluntad de Rodríguez y otros miembros de la comunidad han sido vitales para el desarrollo del proyecto.
“Ellos se ayudan. Ellos quieren buscar las soluciones,” aseguró Nick Pastrana Villafañe, miembro de la Junta de Directores de Por Los Nuestros.
“Desde el día uno en el que llegamos aquí, ellos dijeron: ¿qué podemos hacer? Esta comunidad desde el día uno trabajó con nosotros, simplemente por ayudar a su gente, y hay que decirlo: tiene un gran liderato,” añadió. Prueba de esa energía lo son los residentes Melvin Vázquez Ortíz y Francisco Alvarado Hernández, quienes, junto a otros vecinos, construyeron una zanja de 160 pies y un refugio de cemento para proteger el sistema de baterías recargables del proyecto.
“Sin su ayuda hubiéramos estado trabajando aquí dos días más porque solo teníamos cuatro hombres,” aseguró Previdi, agradecido por la participación de la comunidad.
Para Rodríguez, el espíritu trabajador de Bauta Abajo no es sorpresa. A sus 84 años trabajaba a tiempo completo con la tierra, entre trazos de agricultura, y ahora, un año más tarde, dedica sus días a velar por las bombas que proveen agua potable a su comunidad.
Cuando observa su barrio, no solo ve caminos. Recuerda décadas de esfuerzos por mantener viva la comunidad que ama — una comunidad que, gracias a la resistencia de su gente, ha sobrevivido la contundente fuerza de la naturaleza.
– Alejandra Rosa Morales es una periodista independiente radicada en Puerto Rico.
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